¿QUÉ ES REALMENTE EL NACIONALISMO? - PARTE 1

Ricardo M. Almada

Agosto 2017
                           

 Antes que nada, se hace necesario deshacernos de los prejuicios, confusiones y significados negativos que se relacionan a ésta palabra NACIONALISMO. Confusión, interesada pues una forma tradicional de desacreditar determinadas reivindicaciones políticas ha sido desfigurarlas, describiéndolas con tintes anticuados, o atribuyéndoles rasgos que sólo responden a la caricatura que de ellas quieren hacer sus detractores. 

El nacionalismo se ha satanizado de manera deliberada por grupos de poder del llamado nuevo orden mundial, para así poder imponer un modelo que realmente parte de grupos de dominación: el globalismo. Se ha impuesto en nuestras mentes una relación arbitraria entre nacionalismo y fascismo, nacional socialismo, 
totalitarismo y racismo. Debemos despertarnos y sacar el velo que han puesto 
ante nuestros ojos para rechazar el nacionalismo. 

Para desmitificar el nacionalismo, debemos partir de su significado e historia. Nacionalismo significa “Sentimiento fervoroso de pertenencia a una nación y de identificación con su realidad y con su historia”. El nacionalismo nace a la par del concepto de nación, en el Siglo XVIII, paralelo al surgimiento de la era industrial. 

Historiadores como Eric Hobsbawn, inclusive argumentan que “el nacionalismo es previo al concepto de nación: no puede haber nación sin una identificación nacionalista.”
(I)

La esencia del nacionalismo y su razón de ser es lograr la autodeterminación para el grupo o comunidad nacional. Por este motivo, el nacionalismo puede adoptar diferentes formas políticas. 

El nacionalismo se basa en un nivel superior de conciencia e identificación con la realidad e historia de un grupo humano determinado, basado en sus características comunes. Esta ligado al patriotismo, que surge ya como un sentido de pertenencia a esta nación. “El discurso nacionalista que recorrió Europa y América en los siglos XVIII y XIX defendía la soberanía popular y tenía un carácter claramente progresista”. (II)

Como reivindicación política, el nacionalismo es la expresión de un deseo de reconocimiento de la identidad diferenciada de un grupo y de su derecho a autodeterminarse. Y ese deseo se generará especialmente en momentos en que esta identidad se ve amenazada por intenciones de dominación externas.

Por tanto, hablar de nacionalismo supone “hablar del significado que tienen para el individuo esas categorías sociales y de las consecuencias que se desprenden de determinados tipos de relaciones intergrupales. La pertenencia a esas categorías junto a su significado emocional y social son los elementos sobre los que se construye la identidad social de los individuos”. (III) En sí misma la reivindicación de ciertos grupos y comunidades de su derecho de autodeterminación, no puede ser vista como algo negativo.

A partir de la revolución francesa surge el nacionalismo moderno, como reacción a las monarquías absolutas. Antes de las Guerras Mundiales, Nacionalismo siempre fue sinónimo de independencia, autodeterminación y revolución. Sin un sentimiento nacionalista no hubiera ocurrido la Revolución Francesa, y América Latina nunca se hubiera independizado de Europa. El nacionalismo representó en una época el fin de las monarquías y el feudalismo, y los albores de la democracia.

En India el nacionalismo incentivó a poner fin al dominio Británico, y en China se forjó un nacionalismo abiertamente antiimperialista. Yendo aún más atrás, “el discurso nacionalista que recorrió Europa y América en los siglos XVIII y XIX defendía la soberanía popular y tenía un carácter claramente progresista”. (IV)

Del mismo modo, los movimientos nacionalistas de África y Asia que perseguían su independencia de los viejos imperios, tenían también una dimensión liberadora. De lo anterior se deduce que si adoptamos una perspectiva histórica amplia nos encontramos con que el nacionalismo ha estado vinculado tanto a ideologías progresistas como ultraconservadoras. Por ello, es una simplificación excesiva asociar este movimiento político a una ideología racista, intolerante y autoritaria.

Desde el fascismo de Mussolini en Italia, el Nacional Socialismo en Alemania y el Franquismo en España, se ha satanizado, equiparándolo al totalitarismo: al control del estado sobre todos los aspectos de la vida del ciudadano, llegando a la persecución y asesinatos a todo ciudadano que lo cuestione. A partir de estos tres ejemplos concretos, que pertenecieron a un momento histórico particular, se comenzó una gran propaganda contra toda forma de nacionalismo.
 
Desde entonces, “el nacionalismo ha sido objeto de duras críticas e impugnaciones como culpable de inventar y exaltar falsos mitos, de la imposición artificial de inexistentes homogeneidades culturales, de la irracional 
apología de lo étnico”. (V)

Puede que en estos regímenes haya habido racismo, o militarismo desmedido, y dedicaremos otro apartado a analizarlos minuciosamente, ya que también se ha creado una gran mezcla de verdad y mitología respecto a ellos.

Lo que sea que se ponga en tela de juicio al fascismo, nacionalsocialismo o franquismo no son inherentes al nacionalismo, ya que fue el contenido ideológico que acompañó al nacionalismo el que generó problemas. Entre las posibles ideologías que acompañan al nacionalismo es donde podemos encontrarnos con formas agresivas o defensivas, conservadoras o progresistas, racistas o 
tolerantes. La situación histórica concreta en que se encuentre el país es la que inclinará el nacionalismo hacia una determinada forma política.
 
Ahora bien, el gran error en el pensamiento e insulto a la inteligencia, es relacionar absolutamente toda forma de nacionalismo a un totalitarismo de estado, y finalmente convertir al nacionalismo un movimiento que debe erradicarse. La satanizacíon del nacionalismo no es una casualidad. Es una propaganda impuesta a partir de la creación del Estado de Israel por los grupos de poder globalizadores, vendiendo una falsa idea de unificación mundial y promoviendo ideas de una supuesta paz global. Filosófica e idealmente, la idea de un mundo unido, sin 
fronteras y con una hermandad que desconoce barreras culturales, étnicas o raciales suena bien, futurista y como una condición necesaria para la paz mundial inclusive. El problema es que ésta satanizacíon del nacionalismo viene de élites mundiales financieras cuyas intenciones están muy lejos de un desarrollo mundial armónico.

Para concluir, se hace necesario implementar el nacionalismo en nuestro país, es la única vía para combatir al nuevo desorden mundial llamado nuevo orden mundial, que son el verdadero cáncer de los pueblos que quieren su autodeterminación.

• Fuentes:
(I) Hobsbawn,E.J.(1990): Nations and Nationalism since 1780. Programme, Myth, Reality. Cambridge. 
Cambridge University Press.

(II) Kohn,H.(1962): The Age of Nationalism: The First Era of Global History. New York. Harper Bros.

(III) Tajfel,H.(1978): Differentiation Between Social Groups: Studies in the Social Psychology of Intergroup Relations. European Monographs in Social Psychology, 14. London. Academic Press.

(IV) Beramendi,X.(1994): Nacionalismo e Xenofobia. Algunhas Hipóteses de Traballo. Cadernos de Psicoloxía 15, 20-28.

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